viernes, 3 de julio de 2009

CARTA A JUAN PABLO FEINMANN

Estimado señor “homo setentista”:

Mi nombre es María Cecilia y formo parte de la generación que usted peyorativamente llama “perejiles”. En primer lugar, quisiera pedirle disculpas en nombre de todos los otros perejiles por no poder ser lo suficientemente revolucionarios, como lo fueron ustedes en la década del 70, su época, como usted la llama. Pese a que lamentablemente coincido con parte de su visión sobre el “homo noventista”, debo confesarle que no pude evitar sentir cierta indignación y cierto enojo al leer su “flamante” monólogo.
Por este motivo señor setentista, le pido permiso para dirigirme a usted, si es que considera que soy una persona digna de escribirle, claro, para manifestar mi punto de vista, porque de la misma forma que nosotros, “los inferiores” lo escuchamos a usted, también tenemos derecho a que nos escuchen.

Efectivamente, es cierto que nosotros sólo podemos padecer el mundo y no podemos cambiarlo. Es cierto que no hablamos de proyectos revolucionarios, que tenemos que aceptarlo todo y no podemos hacer nada. Pero usted también tiene que reconocer señor setentista, que la sociedad de ahora no es la misma de hace 40 años y que la situación cambió drásticamente. Si, ustedes hicieron todo, se metieron con el poder, combatieron, pero también es cierto que usted tuvo la suerte de vivir en un contexto social muy distinto al nuestro. En su época, el pueblo – y no solamente los jóvenes – luchaba por lo que quería, manifestaba su disconformidad y las cuestiones políticas eran un tema fundamental en la vida. Se preocupaban por el presente y por el futuro. En la actualidad, por el contrario, a la sociedad ya no le interesa protestar, no está motivada a manifestarse, y los jóvenes se muestran desinteresados por la política. Usted nos critica señor setentista, pero así como nosotros “no sabemos qué es lo prohibido” porque “nunca se nos prohíbe nada”, a la vez usted no sabe la enorme decepción que implica formar parte de una generación desinteresada, ignorante, sin ideales, y – lo que es aún más desesperante – que se supone que representa el futuro del país. Usted no sabe lo patético que es, para los pocos a los que nos interesa la situación política y social, hablar con gente sobre política y que te contesten: “la verdad que a mí la política no me interesa”; “que se yo, yo de política no entiendo nada, que pase lo que pase…a mi no me importa”. O preguntarles: ¿a quién vas a votar en las elecciones? Y que te respondan: “yo voy a votar en blanco, ya fue, total es lo mismo”; “y no sé, la verdad que ni me interesa, me da igual quién gane”. Lo mismo ocurre cuando intentás hablar con alguien sobre hechos político-sociales que marcaron la historia: “que se yo, no me vengas a hablar de esas huevadas, que yo de eso no tengo ni idea y no me interesa”. Esta, señor setentista, es una realidad lamentable, indignante para los tres o cuatro “gatos locos” a los que sí nos interesa la situación actual del país y nos preocupa nuestro futuro.

Pero esa actitud, que los convierte en “perejiles” – y digo “los” en lugar de “nos”, porque yo no me siento incluida en esa calificación – no es culpa de ellos. Tampoco es culpa de ustedes porque “hicieron todo y no nos dejaron nada”, como tampoco es cierto que ustedes son motivo de nuestro enojo y que les recriminamos la derrota o los “puteamos”. Ojalá esto fuera así, porque mostraría algo de “sangre” por parte de estos “perejiles”. Pero lamento informarle que no son tan importantes como creen. Estos “perejiles” se encuentran demasiado ocupados en banalidades como para preocuparse por la historia y la situación del país. Yo personalmente, me siento avergonzada de pertenecer a esta generación, pero como ya le dije señor setentista, esto no es una elección, tiene detrás todo un proceso. Esta situación, es el resultado de todo un cambio que tuvo lugar en la sociedad en las últimas 2 décadas y que repercutió gravemente en los jóvenes. De un cambio en la mentalidad del pueblo, de la degradación del espíritu revolucionario, fomentado por la falta de educación, la ignorancia, y por supuesto, los sucesivos gobiernos que formaron parte del país y que siempre actuaron en detrimento de los ciudadanos: Menem (por diez años consecutivos), De la Rúa, y ni hablar del matrimonio Kirchner. ¿Cómo podemos ser revolucionarios si la mayoría de nosotros está sumida en la ignorancia, y gran parte de la sociedad se deja manejar por la demagogia y se conforma con nada?
Y con esto, no intento colocarnos en el papel de víctimas ni mucho menos. Pero considero que es una triste realidad de la cual no pudimos escapar y que ustedes tuvieron la suerte de no conocer. Es por esto mismo que ustedes fueron lo que fueron. Y es por eso mismo que “ya nadie va a combatir en este país como lo hicieron ustedes”.

Para terminar señor setentista, quisiera felicitarlo por haber tenido “todos los Perones”, y haber encontrado en ellos una figura que lo pueda guiar y a la cual pueda admirar. Por el contrario, nosotros solo tenemos como líderes a una lacra que dicen ser peronistas, pero lo único que tienen de peronistas es cantar la marcha en los actos.
Por último, lo felicito también por haberse “metido con el poder”. Por haber sido tan agresivos, y por haber “amasijado canas, generales y empresarios”. Sin embargo, creo que esto no los convierte en héroes, como usted afirma en su discurso, aunque muchos hayan muerto en esa batalla. Tampoco les da derecho a denigrarnos de la forma que lo hacen. Lamentablemente, no son mucho mejores que nosotros. No son héroes. Forman parte de un grupo revolucionario que luchó por sus ideales, como tantos otros a lo largo de la historia. Y ojalá algún día nosotros – o mejor dicho ellos, los “perejiles” – despierten y se den cuenta que el conformismo, la ignorancia y el desinterés nos están “mandando al muere”, para poder nosotros también luchar por lo que merecemos, demostrarles a ustedes, los setentistas que nosotros, los noventistas también podemos triunfar.

Sin más que decir me despido.
Lo saluda atentamente

La noventista María Cecilia

1 comentario:

  1. Cecilia: como él dice y como vos lo has dicho, la situación está así; las perspectivas son diferentes, pero confluyentes. Creíamos que las generaciones que iban a cambiar el mundo eran las que estaban naciendo y por nacer, y ahora nos encontramos con coe a las últimas las tendrá que salvar, junto con el mundo, una combinación de sobrevivientes de las anteriores y de una selección especial que habrá que hacer de los que nazcan de ahora en más, para darles una formación humanística, física y psíquica que al común de los niños seguirá sin dárseles. Me alegro de que no te sientas parte del común denominador de los 90, como yo tampoco me siento parte de los cuarentones idiotizados y anulados que, según mi parecer, ya no servían para nada tampoco cuando éramos chicos (ya desde entonces, éstos de mi edad me parecían imbéciles), porque la cosa creo que se empezó a arruinar antes de lo que Feinmann observa, y mi generación y la suya ya iban en declive. Saludos atentos.

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