domingo, 31 de mayo de 2009

EL MAYO FRANCES

"Nosotros somos el poder"

Hoy en día es común ver a una sociedad indiferente y poco motivada para manifestarse en pos de defender o reclamar lo que le corresponde, o lo que cree justo. Esto puede tener origen en diversas causas, pero sin duda la que resulta más grave y que es imprescindible mencionar es que la gente simplemente “ha dejado de creer”, ha perdido el espíritu revolucionario, ha perdido las esperanzas de poder llegar a lograr cambios, y siente que, como están dadas las cosas, aunque se manifieste, aunque luche, todo será en vano.

Por el contrario, mirando hacia atrás en la historia mundial y teniendo en cuenta la diversidad de sucesos que tuvieron lugar a lo largo de los años, esta visión pesimista de la realidad se torna discutible. Y lo cierto es que a lo largo de la historia se destacaron numerosos movimientos revolucionarios protagonizados por grupos sociales – como ser los trabajadores o los estudiantes – que han adquirido una gran relevancia a nivel global y en la mayoría de los casos han logrado cambios importantes, de fuerte impacto.

En efecto, nadie puede negar que el contexto actual, en lo que se refiere a cuestiones políticas e ideológicas, es bastante diferente a lo que era, sin ir más lejos 50 años atrás. En aquellas épocas las libertades con las que ahora cuenta la población eran inimaginables y reinaba un pensamiento mucho más conservador. En relación a esto, se puede considerar a la década del ’60 como fundamental en esta cuestión, ya que marcó un punto de inflexión en la manera de concebir a la sociedad y a distintos asuntos de la vida en general.

El hecho que se puede mencionar como sobresaliente, es lo que se dio a llamar “El Mayo Francés” que tuvo lugar en el año 1968 durante el gobierno del militar de Charles De Gaulle, y en un contexto bastante convulsionado por acontecimientos como la Guerra Fría y la Guerra de Vietnam. En concordancia con este marco, el Mayo Francés fue un suceso que tuvo como participantes a los jóvenes estudiantes de Francia – llamados “la inteligencia universitaria” – y a las masas obreras, que se unieron con el objetivo de llevar adelante una revolución para reclamar por una sociedad más liberal y luchar contra el poder, contra lo instituido.

“Prohibido prohibir”, clamaban los revolucionarios, que durante los doce días que duró el movimiento, lograron verdaderamente “paralizar todo el país”. La lucha fue total, sin descanso. Jóvenes y trabajadores se entregaron por completo a reclamar por sus derechos. No faltaron las marchas por las avenidas de Francia, las barricadas en las calles más angostas, las pancartas y la participación de la CGT obrera e intelectuales como Jean Paul Sartre, que junto con Herbert Marcuse fueron impulsores de las ideas revolucionarias de los jóvenes. Lógicamente, y como siempre ocurre en estos casos, también se hizo presente la represión policial.

Pero, la lucha es sólo una parte de todo lo que puede considerarse importante acerca del Mayo Francés. Los años ’60 se caracterizaron también por ser un período de mucha creatividad, e incluso el arte tuvo su lugar en el movimiento al punto que era utilizado por los jóvenes en las protestas. Entonces comenzaron a recurrir por ejemplo a la música como forma de manifestarse y con respecto al arte surgen los grafitis, en Francia, que se convirtieron en una de las formas de protesta más comunes y que aún hoy continúa vigente.

Pese a lo maravilloso que muestra este acontecimiento, no todo fue “de color rosa”, y tal vez esto provoque cierta desilusión. Es cierto que los estudiantes y los obreros lograron una buena alianza, que paralizaron todo un país durante doce días y que obtuvieron algunos logros, pero a pesar de todo, el movimiento finalmente fracasó. Y esto se debió a dos motivos: por un lado, los revolucionarios carecieron de una conducción política, no tuvieron una figura que liderara la protesta. Por otro lado, el gobierno que siguió a Charles De Gaulle mantuvo el viejo régimen de la burocracia partidaria y nunca tuvo apego a la revolución.

Sin embargo, esto no debe ser motivo de decepcionarse. Efectivamente, el Mayo Francés pudo haber fracasado como revolución, pero esto no le impidió poder contribuir con el nacimiento de un pensamiento más liberal en el mundo, de sentar las bases para diversos cambios sociales a nivel global y ser motor de muchas otras revoluciones. Así, se puede mencionar como ejemplo el Cordobazo en Argentina, en el año 1969 que fue un tanto similar; la revolución en Checoslovaquia en un contexto conocido como la “Primavera de Praga”, en 1968; y la expansión del “Movimiento Hippie” que se desarrolló en Estados Unidos durante la década del ’60.

De hecho, también es menester mencionar los logros obtenidos mediante estos acontecimientos. En el Mayo Francés particularmente, los estudiantes consiguieron la autogestión de algunas universidades. En general, con los movimientos característicos de la década del ’60 se logró la liberación de la mujer, y una concepción más liberal con respecto a una cuestión clave: el sexo y conjuntamente todo lo referido a la sexualidad. Así, cobraron relevancia diversos métodos anticonceptivos y se hizo manifiesta la homosexualidad. Este hecho fue lo que se llamó la “Revolución sexual”, cuyo lema era “Amar libremente”.


Luego de recorrer este largo camino a través de los movimientos revolucionarios más destacables de los años ’60, se puede comprobar que cuando una sociedad experimenta cierto malestar por alguna razón, no debe haber lugar para la resignación. Que no hay que callar y pensar que todo lo que se diga o se haga será en vano. Es completamente legítimo manifestarse, protestar, luchar por lo que se quiere. Y este es el espíritu de lucha que ninguna sociedad debe perder. No es válido protestar sin levantar la voz, porque tal como sostenían los jóvenes del Mayo Francés: “Los que hacen las revoluciones a medias, no hacen más que cavar sus propias tumbas”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario