martes, 12 de mayo de 2009

REFORMA UNIVERSITARIA DE 1918

El fin del ocaso

Hoy en día, las universidades de la Argentina tienen la suerte de contar con un sistema de educación bastante formidable. En este punto, pese a que todavía hay algunas cuestiones que deberían ser tratadas, se puede decir que los estudiantes no tienen motivos para manifestar descontento.

Sin embargo, esto que hoy se muestra como algo totalmente natural, no es innato de la sociedad. No siempre existió. Las universidades deben agradecer este privilegio a los efectos de lo que se conoce como “La reforma universitaria de 1918”, suceso en el que los estudiantes de la Universidad de Córdoba se manifestaron en contra del régimen impuesto por la Iglesia en las instituciones de enseñanza superior.

Por aquellos años, la situación de las universidades era muy distinta a la actual: las cátedras estaban dirigidas para la clase dominante; el profesor determinaba la sucesión de su cargo, así como los programas a seguir y la orientación de los mismos; se ocultaban las teorías científicas, como la de Newton o la de Darwin, por ser contrarias a la ideología de las autoridades, entre otras cuestiones.

Pero a partir de un determinado momento, paulatinamente se fueron dando en la Argentina, y en el mundo entero, una serie de acontecimientos que dieron el pie inicial para que los estudiantes comiencen a manifestarse en pos de que esa situación reinante en las universidades vire y cambie de rumbo.

Entre los sucesos a nivel internacional se destacan: los avances de la ciencia en el mundo; la Revolución Rusa de 1917 que significó una gran revelación contra la monarquía; y la caída de los regímenes absolutistas, como consecuencia del fin de la Primera Guerra Mundial.

Entre los acontecimientos de orden nacional, se puede mencionar: la sanción de la ley Sáenz Peña, en 1912 que promovía el voto secreto y obligatorio; las corrientes inmigratorias que traen anhelos de progreso individual y colectivo; y el triunfo de Hipólito Irigoyen en las elecciones de 1916, que implicó una renovación en la conducción política.

La gota que rebalsó el vaso fue la decisión de la Academia de Medicina de la Universidad de Córdoba de suprimir las prácticas médicas en el hospital de Clínicas, y luego de reiterados manifiestos públicos realizados por los alumnos, que fueron rechazados, el 15 de Junio de 1918 estalló la huelga general de estudiantes que tomaron la universidad.

Esta revolución dio sus frutos, ya que impulsó al presidente Hipólito Irigoyen a intervenir en la universidad implementando los postulados reformistas, de los cuales los principales fueron: el dictado de cursos complementarios a los del plan de estudios, existencia de más de una cátedra por materia, concursos públicos para el acceso a la docencia y emprendimiento de tareas que vinculen a la Universidad con los requerimientos de la sociedad.

En síntesis, este movimiento significó un gran avance para el régimen educativo de las universidades, y si los estudiantes de hoy pueden gozar del régimen educativo que poseen actualmente, esto se lo deben a sus protagonistas, como Deodoro Roca, Enrique Barros, Emilio Biagosch entre otros, que en un pasado lucharon por una universidad más progresista y democrática.

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